La llorona: leyenda en México.

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La Llorona es una de las leyendas que trascienden el tiempo. Transmitidos de generación en generación a lo largo de la historia de una nación. Estas historias, a menudo teñidas de elementos míticos y sobrenaturales, cumplen un papel fundamental en la construcción y preservación de la identidad cultural de un país. A través de las leyendas, se reflejan los valores, creencias, mitos y temores de una sociedad, ofreciendo una ventana única hacia la esencia de una cultura.

Desde las antiguas epopeyas que narran hazañas heroicas hasta las narraciones más contemporáneas, las leyendas desempeñan un papel crucial en la preservación de la herencia cultural de una nación, conectando el pasado con el presente y proporcionando un profundo entendimiento de su historia y tradiciones. En este artículo, abordaremos 2 versiones de una leyenda muy conocida en México.

En México, la leyenda de la llorona es una de las más conocidas y contadas de generación en generación y aunque de ella existen varias versiones, todas coinciden en la historia de una mujer que llora por la perdida de sus hijos, esperando poder encontrarlos.

En esta temporada del año de espanto, te platicaremos las 2 versiones que existen.

La llorona (primera versión)

Cuenta la leyenda que la Llorona alguna vez fue una mujer de inigualable belleza, con ojos que parecían dos luceros y un espléndido cuerpo que enloquecía a los hombres, pero toda su belleza se esfumó cuando en un momento de ira, celos y desespero por un amor que no fue correspondido, decidió matar a su hijo recién nacido ahogándolo en un riachuelo.

Ahora, en castigo por su atroz crimen, fue condenada a vivir deambulando por pueblos y veredas en busca de su hijo, llorando y lamentándose por las riberas de los ríos, caños y riachuelos, esperando algún día poder encontrar el cuerpo de su retoño que fue arrastrado por la corriente ese fatídico día. Pero esto no es todo, la Llorona se encarga de atormentar a parteras, médicos y enfermeras que ayudan a las mujeres embarazadas a acabar con la vida de sus bebés antes de nacer, a hombres que dejan embarazadas a mujeres y que luego las abandonan cuando nace el bebé, o a madres que dejan a sus hijos solos.

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La llorona (segunda versión)

En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y sólo se escuchan los gritos rudos con que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen los campesinos que allá, por el río, alejándose y acercándose con intervalos, deteniéndose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos de las cercanías, una voz lastimera llama la atención de los viajeros.

Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las márgenes del río buscando algo, algo que ha perdido y que no hallará jamás. Atemoriza a los chicuelos que han oído, contada por los labios marchitos de la abuela, la historia enternecedora de aquella mujer que vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su gemido eterno.

Una pobre campesina cuya adolescencia se había deslizado en medio de la tranquilidad escuchando con agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en las ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo anunciaba la aurora, y se dirigía hacia el río a traer agua con sus tinajas de barro, despertando, al pasar, a las vacas que descansaban en el camino.

Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que llegó a la hacienda de la familia del patrón en la época de verano, la hermosa campesina pudo observar el lujo y la coquetería de las señoritas que venían de San José. Hizo la comparación entre los encantos de aquellas mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de ellas, que poseían una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedicó a imitarías.

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Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la trajo a la capital donde, al poco tiempo, fue corrompida por sus compañeras y los grandes vicios que se tienen en las capitales, y el grado de libertinaje en el que son absorbidas por las metrópolis. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono con su cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las casas de tolerancia. Cuando sintió que iba a ser madre, se retiró de la capital y volvió a la casa paterna.

A escondidas de su familia dio a luz a una preciosa niñita que arrojó enseguida al sitio en donde el río era más profundo, en un momento de incapacidad y temor a enfrentar a un padre o una sociedad que actuó de esa forma. Después se volvió loca y, según los campesinos, el arrepentimiento la hace vagar ahora por las orillas de los riachuelos buscando siempre el cadáver de su hija que no volverá a encontrar.

De entonces acá, oye el viajero a la orilla de los ríos, cuando en callada noche atraviesa el bosque, aves quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre. Es la Llorona que busca a su hija…

Ahora, en castigo por su atroz crimen, fue condenada a vivir deambulando por pueblos y veredas en busca de su hijo, llorando y lamentándose por las riberas de los ríos, caños y riachuelos, esperando algún día poder encontrar el cuerpo de su retoño que fue arrastrado por la corriente ese fatídico día.

Pero esto no es todo, la Llorona se encarga de atormentar a parteras, médicos y enfermeras que ayudan a las mujeres embarazadas a acabar con la vida de sus bebés antes de nacer, a hombres que dejan embarazadas a mujeres y que luego las abandonan cuando nace el bebé, o a madres que dejan a sus hijos solos.

Aunque existen algunas diferencias entre una y otra versión, siempre se mantiene la misma esencia. Ambas, transmiten el mismo mensaje y son costumbre aquí en México.

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marquilla pinto

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